Dado que el pueblo alberga abundantes cocoteros, los 16 miembros restantes han dedicado su atención a organizar un taller práctico, donde los visitantes pueden aprender sobre el proceso de extracción tradicional utilizado para producir aceite de coco virgen. Desde rallar y exprimir los cocos hasta el suave proceso de fermentación, cada etapa se realiza a mano con herramientas transmitidas de generación en generación. Aquí nada se desperdicia; cada cáscara, cada gota encuentra un nuevo propósito en la alimentación, la salud o el cuidado de la piel. Más allá de aprender el proceso, los visitantes también descubren cómo esta tradición de cero desperdicio sostiene a las familias y empodera a las mujeres, al mismo tiempo que elabora un elixir que ha nutrido a Bali durante siglos.
El mismo aceite de coco también se utiliza para un taller inmersivo de manteca corporal donde los ingredientes crudos se transforman en un bálsamo nutritivo para la piel. Mientras los invitados revuelven, mezclan y vierten, escuchan historias de cómo esta artesanía se ha convertido en una fuente de empoderamiento e ingresos sostenibles para la comunidad. Al ultimate, se van no solo con su propia crema corporal hecha a mano sino también con el conocimiento de que cada frasco lleva la resiliencia y el cuidado de las mujeres que combinaron su sabiduría tradicional con la formación profesional para hacer posible esta iniciativa.
